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LA ENCRUCIJADA. Por
la participación en conciencia en las Elecciones al Colegio de Médicos.
levante 18.6.2002 El
próximo martes día 25 de junio de 2.002 se celebran elecciones a la Junta
Directiva del Colegio de Médicos de Valencia. A este proceso electoral
concurren cuatro candidaturas, una cifra probablemente más alta de lo habitual,
lo que demuestra que algunos consideran que se está jugando algo más
importante de lo que a primera vista podría parecer.
La actual situación constituye para la Medicina española una
encrucijada básica, una circunstancia excepcional que probablemente no se
volverá a repetir en mucho tiempo.
Quizás el lector de estas líneas esperaría que mi intención fuera
pedir a los médicos valencianos que votaran a la lista de la cual formo parte.
En este momento no es esa mi intención. Mi objetivo es hacer una reflexión con
mis compañeros sobre lo que está en juego ese día, para hacer una llamada al
voto, sea a quien sea, y para dejar claro que la abstención es algo mucho más
serio que el simple no ejercicio del derecho al voto.
En las últimas elecciones celebradas hace 5 años y medio, la
participación fue muy escasa (alrededor del 15%), hace 4 años ni siquiera hubo
votación. Esto demuestra el escaso interés que despertaron. Sin duda lo que
sucediera ahora no tendría por qué ser muy diferente, pese a lo fuerte que están
apostando algunas de las candidaturas que se presentan, si no fuera porque algo
hubiera cambiado en la situación.
Curiosamente, en nuestro ordenamiento jurídico los Colegios
Profesionales aparecen nada menos que en la mismísima Constitución. Esto,
unido a que las leyes que los desarrollan tienen carácter de legislación básica
del Estado, ha hecho que ninguno de los intentos llevados a cabo de evitar la
colegiación obligatoria haya tenido éxito. El movimiento actual se dirige a
conseguir que en el caso de los empleados públicos, sea la propia Administración
quien abone las cuotas. Los defensores de la Colegiación obligatoria
desacreditan todos estos intentos, pero ninguno de ellos hace autocrítica y
analiza por qué la mayoría de los médicos (esa aplastante mayoría que ni
siquiera ejerce su derecho al voto) lo que quisieran es librarse de esa carga y
ver el Colegio desmantelado y cerrado. Atribuir el problema al simple coste económico
de la cuota es simplista e incluso malintencionado (basta con pensar en la
cantidad de veces que se aportan fondos a ONG o Sociedades Científicas, por
ejemplo). El verdadero problema es que los Colegios se ven como representantes
únicamente de una minoría cuyo objetivo es mantener privilegios de clase y
que está totalmente alejada de la realidad de la medicina actual de nuestro país
y de los intereses del grueso de los profesionales.
La Medicina como profesión se encuentra en un momento de transición muy
delicado. Quedan muy atrás los tiempos en que su ejercicio tenía a la vez
mucho de dedicación básicamente vocacional y de privilegio social. La
tendencia es a un aumento de sus facetas de dedicación laboral, a una disminución
del rol social y a una cada vez mayor exigencia de especialización, formación
y responsabilidad. Este fenómeno se acompaña de una evolución en el modelo
sanitario de nuestro país en el que la administración desarrolla, cede, exige,
cambia, regala… a su antojo, con muy escasa consideración a los distintos
profesionales a los que organiza (tanto de forma directa con sus trabajadores,
como con los que no lo son), con una progresiva concentración del trabajo (y
los fondos) en pocas manos privilegiadas y un aumento desaforado del empleo
precario y de las malas condiciones laborales. En esta barahúnda que estamos
viviendo cada uno reivindica su lugar como puede, a veces a favor de la
legislación, a veces en contra. Sindicatos, Sociedades Científicas,
plataformas varias, asociaciones, fundaciones, empresas privadas… todos
intentan ganar su lugar, muchas veces por motivos básicamente económicos, y
desde ellos muchos intentamos luchar por conseguir que el resultado de la
evolución de la Medicina y de la Sanidad para el próximo futuro (sería cuanto
menos grandilocuente, por no decir presuntuoso, hablar del “nuevo
siglo”) sea el que creemos mejor. Los Colegios de Médicos han mostrado
hasta este momento una notable capacidad para mantenerse alejados de cualquier
movimiento relevante que se produjera en la sociedad, en el ejercicio de la
Medicina y el de la Sanidad en general. Sin duda por eso es tan general el
despego que los profesionales sentimos por ellos. Y sin embargo la Colegiación,
como ya hemos dicho, es obligatoria por ley, lo que al menos nominalmente les
debería dar la fuerza de representar a todos los médicos. En
los próximos tiempos dos temas fundamentales se van a decidir, marcando nuestra
profesión para mucho tiempo: de una parte, el definitivo diseño de la
estructura sanitaria con sus facetas pública y privada, y de otra el modelo de
relación profesional y laboral (la carrera profesional, la estabilidad en el
empleo, el horario de trabajo, la responsabilidad, las retribuciones… están
pendientes de definición). Y todo ello en un ambiente de continuos ataques a la
profesión. Vivimos desastrosas Ofertas de Empleo Extraordinarias, que no sólo
no resuelven nada, sino que van a contribuir a desequilibrar todavía más la
estructura del empleo médico, escuchamos voces desacreditando el sistema de
especialización, vemos desvíos de fondos a empresas privadas cuyo único (y
probablemente legítimo) interés es el lucro, y, en definitiva, sufrimos
actitudes cada vez menos dialogantes y más duramente autoritarias…
Los médicos valencianos deben decidir dos cuestiones fundamentales sobre
una entidad a la que, quieran o no, van a seguir perteneciendo y a la que, les
guste o no, van a seguir financiando, sea cual sea su gestión (y por la que van
responder solidariamente si surgen problemas, como ya sucediera hace años con
la quebrada cooperativa). En primer lugar deben decidir si quieren participar en
su funcionamiento e intentar que lo que se haga sea defender a la mayoría de
los médicos o sólo a unos cuantos, y en segundo deben decidir en quién confían
para que haga esto. Pero tanto si se abstienen como siempre y eligen el mantener
el despego, como si deciden votar, el Colegio podrá participar en los procesos
que se avecinan, en una línea u otra según quién lo dirija, y cuál sea el
modelo de ejercicio de la profesión que defienda.
Teniendo en cuenta lo dicho, llega el momento de que cada uno haga
balance y decida en primer lugar si, pese a todo lo que siempre ha pensado y lo
que le dice el corazón, debe ir a ejercer su derecho al voto ese día. Después
de eso, si la respuesta es sí, que cada cual analice las personas que forman
parte de cada lista, que tenga en cuenta lo que representan, su pasado, su
presente, su currículum (y no precisamente el científico), que estudie su programa, sus promesas, sus ofertas, su
credibilidad… Y con esos datos, que decida a quién merece la pena votar, qué
candidatura se quiere que luche por la profesión o simplemente se quede con lo
que, nos guste o no, son nuestros medios, posibilidades y representación. De
esta forma elegirán lo que el Colegio va a defender y también, por qué no,
quién y para qué, va a gestionar su dinero.
Mi mayor esperanza es que ese día la participación suba a cifras
inesperadas, de forma que los médicos expresemos alto y fuerte qué modelo de
colegio y de profesión queremos. Y que quien se quede en casa sepa que su
actitud no expresa en este caso nuestro lógico y tradicional alejamiento de lo
que el Colegio de Médicos ha significado, sino una postura activa por entregar
sus capacidades y su futuro a una determinada forma de hacer las cosas. Si
decidimos no votar, probablemente luego no podremos seguir diciendo que no
creemos en el Colegio y que quisiéramos no estar colegiados porque el Colegio
no nos representa… Miguel
Pastor Borgoñón Candidato a la Junta Directiva del Colegio de Médicos de Valencia Sindicato
de Médicos de Sanidad Pública Asociación
de Facultativos Internos Residentes Asociación
Profesional Plataforma Diez Minutos
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