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Los médicos internistas

   ( o como trabajar más por menos)

Una de mis mejores amigas es médico internista. Alcanzar esta especialidad le ha costado, como a todos, un gran esfuerzo: seis años de Universidad, aprobar una oposición a nivel nacional y cinco años de residencia. Como casi dos mil médicos especialistas en la Comunidad Valenciana, mi amiga, desde hace más de siete años, tiene un contrato de Atención Continuada para cubrir las guardias médicas y que coloquialmente llamamos 'contratos basura': son jornadas de 17 ó 24 horas de trabajo y percibe unos 10 euros la hora incluso los días festivos. Hasta febrero de 2003 le daban de alta de la Seguridad Social el día que entraba de guardia y de baja el día que salía. Solucionado este problema, sigue sin tener derecho a las pagas extraordinarias, al sueldo completo el mes de vacaciones, a los días de libre disposición o al permiso remunerado por matrimonio. Estos médicos para tener el mismo sueldo que otro que realice su trabajo durante la jornada ordinaria, de 8 a 15 horas, 37,5 horas semanales y 1.645 horas al año, tienen que trabajar casi el doble. Este tipo de contratos no respeta las directivas europeas que hacen referencia a la ordenación del tiempo de trabajo y protección de la salud de los trabajadores (89/104, 93/104 y 2000/34) ni a la única interpretación jurisprudencial de las mismas hasta el momento, dictada por el Tribunal de Justicia de las Comunidades Europeas de Luxemburgo, el Asunto SIMAP, de 3 de octubre de 2000, en el que entre otras cosas afirma que las guardias de presencia física son tiempo de trabajo en su totalidad y deberían ser consideradas como tal a todos los efectos. Esta sentencia, de obligado cumplimiento y sin posibilidad de recurso, no debería ser ignorada por la Administración de la que se esperaría la sensibilidad y la voluntad de poner fin a este tipo de abusos y discriminaciones.

Nadie duda de que la atención sanitaria debe estar garantizada las 24 horas del día y que ésta no se concibe sin la presencia del médico, pero no podemos por ello justificar ni permitir que los buenos profesionales de los que disponemos se malogren en pocos años por una situación laboral que merma su salud y supone un gran impedimento para tener una vida digna y satisfactoria. ¿Dónde encontraremos al médico atento y eficiente cuando la persona, que es él mismo, está agotada, desanimada, y se siente impotente contra una Administración insensible que está ahogando su vocación?

Me gustaría ver a mi amiga de nuevo sonreír con la sonrisa abierta, relajada y no el esbozo doloroso y resignado con el que intenta disimular su agotamiento y me gustaría no ver su desánimo actual en el resto de compañeros que como ella tienen este tipo de contratos abusivos. Yo he tenido la suerte de trabajar en la franja de horario de ocho a tres y me pesa tener derechos laborales a los que ella no puede aspirar. A las tres de la tarde nos damos el relevo, yo me voy a mi casa, ella se queda toda la tarde y toda la noche. Las dos somos iguales, hacemos el mismo trabajo pero a horas distintas, no puedo resignarme a que esto no pueda cambiar.

         Por: Concepción Ferrer Tuset. Médico Internista. Hospital de Requena. Delegada sindical del SIMAP.         

         Publicado en las Provincias,17-07-03